top of page

Una criatura sigilosa cada noche viene a verme.

Entre sueños la escucho acercarse, lentamente, silenciosa,

pero a veces me susurra al oído palabras de amor en su idioma.

Noto su peso en mi cama, remueve mis sábanas.

Ya está aquí de nuevo, pienso, mientras me desvelo.

Acaricia suavemente mi rostro, busca mis manos, mis dedos.

Le regalo una caricia y ella, agradecida, me devuelve el gesto.

Con su voz vibrante, misteriosa y sutil, reclama mi atención.

Se la doy y se arquea satisfecha

mientras yo me siento afortunada de tenerla.

Se hace hueco, poco a poco, hasta invadir todo mi espacio.

Nos fundimos en un cálido abrazo.

Suerte de mí. No puedo evitar sonreír.

No hay soledad en mis noches, desaparecen todos mis miedos, mis temores.

Una melodía armoniosa es su respiración

y su ronroneo se hace eco en la habitación.

Sumerge su rostro en el hueco de mi cuello,

se revuelve y se enreda entre mis cabellos.

Su sola presencia me envuelve por completo,

ojalá ella supiera lo inmensamente feliz que me siento.

Se hace un ovillo en mi costado, acurrucada con su cabeza apoyada en mi brazo.

Me duermo, se duerme…

Una criatura sigilosa cada noche viene a verme.

bottom of page